EN ESTE CAMPO DO EL PLACER REBOSA
Yo pecador
RIPALDA
En este campo do el placer rebosa
y se alzan en dormidos espirales
los húmedos aromas que desprenden
de sus abiertas flores los rosales,
en estos sitios del placer morada
y de entusiasmo y gloria en un momento,
pequé contra el segundo mandamiento
por dejar satisfecha a mi adorada;
y aprovechando el rato
que empleaba su mamá cogiendo fresas,
le dije mil ternezas...
de mi ferviente amor al arrebato.
Ella es de hueso y carne,
yo soy de carne y hueso;
su boca estaba cerca de la mía,
ninguno nos veía:
y ya podrá el lector hacerse cargo
que entre un ramaje espeso,
jamás se nos ocurra, ¡un sin embargo!
para plantar o recibir un beso.
Yo estaba medio loco,
ella casi lo mismo,
los dos nos acercamos poco a poco;
y cometido ya el primer pecado
y hallando en sus caricias un pretexto
llegué al cuarto, y al quinto y delirante
a no llegar mi suegra en este instante
estoy seguro que cometo el sexto.
Noviembre 7 de 1873
Manuel Acuña