HELADA CÁRCEL
Helada cárcel mi silencio tuvo
en tus palabras. Prisionero y triste
contra los límites de vidrio
apretaba su pecho agonizando.
Su mano en el cristal liso se abría
como un párpado de cinco largas flechas.
Te desmentí por fin. Todo era falso.
Sólo existía tu desconfianza.
Y esas palabras tuyas, cárcel fría,
urnas de mi silencio y de mí espanto,
como globos de espuma se extinguieron.
Manuel Altolaguirre