SONETO
Recorro el parloteo de las hojas,
pestañeante lluvia en flor de harina
que me abre en perspectiva repentina
la morada real en que te alojas.
Me invitas, y me siento entre las rojas
paredes de tu estancia masculina
donde en el ajedrez de tu retina
se juega el batallar de mis congojas.
Se juega, y no descansa de azotarme
la certidumbre de saberte herido,
ya muerto en el ayer de mi mañana.
Caballero en tu alfil, vienes a darme
la vuelta al manuscrito del olvido
porque es ya despertar, hora temprana.
Ana Francisca Abarca de Bolea