GIRAR, GIRAR SIN ASIDEROS, ATRAVESANDO

Girar, girar sin asideros, atravesando
el estrecho túnel, taladrando, hundiéndose en él como
un barreno de claridad cegadora.
Mi corazón, sobrecogido, ha sido derribado por la
revelación y la certeza, precipitado a través del
torbellino de fotogramas anteriores: dudas y sospechas
entrecortadas.
Tocan mis dedos sus límites delgados, se hieren en el
bisturí que demarca la oscuridad, en el anestesiante
linde de las sombras que ya no pueden refugiarme.
Voy cayendo y, en el fondo, la hoja yerta, transparente,
afilada como una irrebatible verdad,
se aleja —cada vez más, cada vez más, cada vez más—
de la frontera sellada de tus labios.