LA RISA DE DIOS
A Carlos Gutiérrez
Dice Quevedo que de tiempo en tiempo
Dios viene a reírse con nosotros.
Planta su boca abierta contra los malvados,
y deja alegría en las penas de los inocentes.
No habla el poeta de truenos y tempestades
cuando es hora de su presencia,
o si al oírla recogeremos el eco
que despierta el cencerro de los dientes.
Ya sea en arameo, griego, latino o hebreo,
su cadencia debería respirar como los cometas,
alambicarse de vapores en las estrellas
y untar de todo gozo el universo.
Dado es que esperemos en silencio
que un día llegue hasta nosotros,
y rogar que sus lapsos no sean eternos
como los hilos invisibles de nuestra paciencia.
Armando Romero