POEMA XXXVIII
Si dices una palabra más, me moriré de tu voz, que ya me
está hincando el pecho, que puede traspasarme el pecho como una
aguda, larga, exquisita espada.
Si dices una palabra más con esa voz tuya, de acero, de filo y
de muerte; con esa voz que es como una cosa tangible que yo
podría acariciar, estrujar, morder; si dices una palabra
más con esa voz que me pones de punta en el pecho, yo
caería atravesada, muerta por una espada invisible, dueña
del camino más recto a mi corazón.
Dulce María Loynaz de Castillo