SONETO XXIV
¡Ay suspiros, ay lágrimas del fiero
Dolor, que el pecho a gran fatiga encierra!
Solo descanso, y débil en la guerra
De amor, en quien sin tiempo ahora muero:
¿Qué será ya de mí triste, o qué
espero?
Sino ser presto sombra y poca tierra:
Si mi esquiva ventura el paso os cierra,
Y apresura el deseo falso y ligero.
No de que ahora en fuego, ahora en río
El corazón cuitado se convierta,
O suspiros, o lágrimas, me pesa:
Sino que si cesáis, queda encubierta
Del animoso pensamiento mío
La rara gloria y la tan alta empresa.
Francisco de Figueroa