SONETO XLIII
Así va el mundo: yo esperé escaparme,
Cruel fortuna, de tu mano airada;
Con esperanza al parecer fundada
Tan bien, que con razón pude engañarme.
Ya no lo espero; pues que veo robarme
Mi dulce y cara libertad guardada
con tanto afán, y comenzar jornada
Tan dura, que por fuerza ha de acabarme:
Las armas rindo; y llámome vencido
Tuyo: de hoy más mi libertad, mis años
Ofrezco a tu perpetua servidumbre:
La mano no, que aunque liviana ha sido,
Ahora avisará de tu costumbre,
De tu incierta esperanza, y ciertos daños.
Francisco de Figueroa