XXXVIII
A UNOS PAPELES, RETRATO Y OTRAS PRENDAS DE UNA DAMA
Crueles ondas, cauteloso puerto,
embozados escollos, duras peñas,
donde aun blanquean las ingratas señas
que aseguraban un trofeo incierto;
ya que habéis las heridas descubierto,
que, a pesar del dolor, juzgué pequeñas,
no más, Filida, ya; basten las señas
para juzgar el precipicio cierto.
Deje las ondas ya, deje las redes
mi ciego amor, y penda la barquilla
del alto escollo o del piadoso ejemplo.
Honren ya mis prisiones sus paredes,
y los remos hincados en la orilla
muro sean al mar, cuando no templo.
Francisco de Trillo y Figueroa