XV
No se debió a la bala tu caída
(que no es seguro el plomo en lo ligero);
sin llave estaba, rayo más severo,
que deja ociosa tu segunda herida.
Muriendo naces hoy, fiera escogida;
el brazo te reserva del acero.
Bien que el modo es mortal, no en el primero,
en el mejor nacer está la vida.
Parado entre dos soles y una muerte,
dudas si el cielo te prestó piadoso
para buscar o huir lo acelerado.
¡Oh, en brutos, no menor deidad la suerte!
No corras, que en quien ha de ser dichoso
también es diligencia estar parado.
Gabriel Bocángel