XLII
Escrito en Roma está, yo lo he notado
—y aun me extrañé de incrédulo testigo—,
que el que a más llegare con su amigo
le tenga el pecho en parte reservado;
porque si acaso le reduce el hado
a padecerle ingrato o enemigo,
fue juicio, o es venganza, hallar consigo
un fuerte del incendio no tocado.
Ignacio, pues, amigo como sabio,
este siglo feliz hoy os alcanza,
a vuestro arbitrio nuestra duda apela.
¿Cuál temeremos por mayor agravio:
la muerte noble de una confianza,
o al infame salud de una cautela?
Gabriel Bocángel