FLOTA NEGRA
Los hombres tristes que mataron
su ansia aguda de navegar,
los que todo lo conocieron,
de nuevo un día viajarán
en esos barcos que se hundieron
a fuego, mina o tempestad,
en los náufragos buques idos
Y surgirán humo y banderas
que enantes viera el sol flotar
y ágiles, rápidas, las hélices
partiendo el agua rotarán…
Por derroteros ignorados
esos navíos del azar,
sin cartas, brújulas ni anclas
en su viaje, ¿a dónde irán?
Se le verá en las claras noches,
desde otros barcos ambular
como siluetas de la bruma
que el viento empuja sin cesar,
sonando afónicas sirenas
que nada pueden anunciar,
buscando radas que no existen
de litoral en litoral.
Canto será —si un marinero
canta— de niebla y soledad.
Estará el capitán borracho
de agria ginebra de Amsterdam
y a los viajeros vaya risa,
vaya risa que les dará,
el pensar en el S.O.S.
o en la aguja de marear.
Los trasatlánticos perdidos,
que fueran palacios del mar,
serán la flota de un turismo
macabro hasta decir no más,
sin ingleses con amuletos
de los negros del Senegal
ni rubias mises que hagan fotos
para souvenirs de voyage.
Gregorio Castañeda Aragón