EL FAVONIO Y LA ROSA.
IMITACIÓN DE PARNY.
Al margen de un arroyo,
Entre espadaña y junco,
Rosal temprano eleva
Lindísimo capullo.
Sus hojas perfumadas,
Del sol al rayo puro
Se entreabren, cuando el astro
Va a comenzar su curso;
Y en tanto veloz llega
Favonio vagabundo,
Que amante gira en torno
Con lánguido murmurio.
La bella flor, empero,
Ya esquiva y con orgullo,
Le dice así, guardada
Por sus flexibles muros:
«Mi vida empiezo apenas;
No quieras importuno
Robarme los aromas
En que mi gloria fundo.
»Vuelve cuando la noche
Su manto tienda oscuro,
Y me hayan envidiado
Mil flores que desluzco».
Favonio la obedece,
Y revolando al punto,
Con otras se consuela
De aquel desdén injusto.
Mas fiel, aunque ligero,
Apenas mira oculto
En su tranquilo ocaso
Al luminar fecundo,
Batiendo el ala leve,
Con gemidor susurro,
Vuela a la rosa, y halla...
¡Ya el vástago desnudo!
Con solo un soplo el cierzo
Desolador y adusto,
La flor altiva y bella
Le arrebató sañudo.
Sus hojas, ya inodoras,
¿Tuvieron por sepulcro
Las ondas cristalinas,
O el cenagal inmundo?...
Decirlo no me es dado;
Favonio nada supo,
Que espinas halló solo
Por restos del capullo.
Mayo de 1844
Gertrudis Gómez de Avellaneda