SONETO
Arenoso, desierto, y seco prado,
tú, que escuchaste el son de mi lamento,
hinchado mar, mudable y fiero viento,
con mis suspiros tristes alterado:
Duro peñasco, en do escrito y pintado
perpetuamente queda mi tormento,
dad cierta relación de lo que siento,
pues que Marcelio sola me ha dejado.
Llevó mi hermana, a mí puso en olvido:
y pues su fe, su vela y mi esperanza
al viento encomendó, sedme testigos,
Que más no quiero amar hombre nacido,
por no entrar en un mar, do no hay bonanza
ni pelear con tantos enemigos.
Gaspar Gil Polo