DIVINA POSESIÓN
Árboles que adornáis la orografía
del piso celular que me sustenta.
Ríos cuyo volumen representa
solsticios de remota poesía.
¡Qué importa a mi pasión que no sea mía
vuestra fronda de agua, que alimenta
luceros de un redil donde apacienta
su estupor enlutada dinastía.
Míos no sois. Mas, que importa a mi canto
que no sea mío vuestro dulce encanto
ni el humus hondo y nutridor del suelo,
si vuestros nombres mi heroísmo guarda
y esa divina posesión retarda
hacia la eternidad mi último vuelo.
Germán Pardo García