MUJER DE LAS MONTAÑAS
De allá saliste, de las brumas blancas,
mujer de pubescente carnadura,
y un comienzo de firme curvatura
casi animal en las rupestres ancas.
Músculos largos. Más que piernas,
zancas de ciervo que conoce la espesura
y escápase al sentir la crispatura
del jaguar poblador de las barrancas.
Veloz, siempre veloz, suelta y al viento
con el acelerado movimiento
de las nubes en rápidos envíos.
Te pude conocer así como eras:
torso desplazador y ancas ligeras
volando por los montes y los ríos.
Germán Pardo García