ATARDECER
No amenaces ¡oh Vida! con herirme.
Mi ser continuamente se destruye.
Mi activa voluntad lo reconstruye.
No intentes arrasarme y difundirme.
No quieras, con tus días, reducirme
al dolor de partir. Yo soy lo que huye.
Mi fuerza a mi lugar me restituye
sin tener que olvidarme ni evadirme.
No luches contra mí con tus batallas.
En la hora suprema de la tarde,
llanura y cielo de esplendor inundo,
y para mi fluir, soy las murallas.
Para mi corazón, yo soy lo que arde.
Para mi soledad yo soy el Mundo.
Germán Pardo García