GUERRILLERO ENMONTÁNDOSE
La derrota, el rencor y la tristeza
lo echaron de su pueblo y su colina.
Bien pronto el espesor de la neblina
lo sepultó en la pútrida maleza.
Convirtió el peñascal en fortaleza.
Llevó con él su rota carabina.
En un viejo morral algo de harina,
y un cubridor de tropical corteza.
Se perdió en la manigua constrictora.
Se volvió una alimaña asaltadora.
La crin tapó con arrabal su frente.
Y dicen que al vagar por cumbre y llano,
el hosco guerrillero americano
aullaba, aullaba desoladamente.
Germán Pardo García