ÚLTIMA NOCHE
Ya piso tus fronteras. Ya circula
por mis ríos linfáticos el hielo
que enfría al buitre senectud de vuelo
y a la estrella de mar hiere y anula.
Brisa fue el manantial y se coagula.
Esa espada invisible era mi anhelo,
y tuve equivalencias de subsuelo
que trágicas semillas acumula.
¡Cuánto te amé, monstruoso cataclismo
de la noche, escribiendo su guarismo
sobre un mural que devoró el acanto!
Y al enfrentarme al rictus de la muerte,
si la razón meditadora es fuerte
mi corazón cerval tiembla de espanto.
Germán Pardo García