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De antiguo templo en la derruida nave
Donde silencio es todo y soledad,
La paloma un asilo buscar suele,
Para vivir en paz.
Y aquí en mi corazón callado y triste
Que el culto de otro amor no turba ya,
Refugio a tu inocencia hallar podrías,
Sobre el desierto altar.
Ni el nombre de los númenes que un día
Efímeros vivieron, hallarás;
Que una sombra siquiera en mis recuerdos
Que te lastime, no hay.
Así, tranquila flor, tú resguardada
Serás del mundo por mi tierno afán,
Yo, en cambio, aspiraré dichoso y mudo
Tu aroma virginal.
Ignacio Manuel Altamirano