OJO DE CABALLO
¡Con qué dientes nos hiere la pobreza!
Mientras borrachos alborotan1
en la madrugada,
Rosario tiene fiebre.
Es mi primera hija,
tiembla de frío y bebe
la noche de su sangre
unida.
Hundo una mano en mi bolsillo
y ni una moneda que me lleve
a menguar esta pena que me muerde.
Salgo a la calle,
de un manotazo derribo a la noche
y en la esquina,
dudando de que acierte,
empeño mi reloj en la botica.
¡Qué condición! ¡Qué perra suerte!
¡Rosario se me muere!
—me repito—
y la calle, la noche, el farol y la gente
no escucharán mi grito.
Juan Bañuelos
1 Otra versión de este verso Mientras borrachos gritan.