ANTÓN BERRÍO, POETA DE LA CORTE DE JUAN II DE CASTILLA, AL MUY EXCELENTE SCRIPTOR DON MANUEL JOSEF QUINTANA
ONORATE L'ALTISSIMO POETA.
Señor, mucho amado, mío:
Dé convusco en hora buena
La trova que vos envío
Yo el coplero Antón Berrío,
Compadre de Joán Baena.
Del vueso coronamiento
Fízosenos relación,
E saltamos de contento
Nos, e fasta el fundamiento
D'aquesta elisia región.
E segund prístina usanza,
Solenidad fue dispuesta
Súbito en vuestra alabanza,
E tócame aquí en la danza
Ser el yoglar de la fiesta.
Cierto cuento asaz galano,
Romanzar por ende quiero,
D'un pastorcico insulano
E un sculpidor palanciano,
Muy sotil imaginero.
El pastor Andrés Llorente,
Que es subjeto de la frasi,
Vivía entre pobre gente
En la Insula Escura, casi
Fuera del mundo yaciente.
Los insulanos Escuros
Alzaron una capiella
De flacos e humildes muros,
Do plañir en sus apuros
A la Madre sin manciella.
Un bulto labrarse hía
De Doña Virgen María:
Non hí habiendo entallador,
Juró que el bulto faría
Nueso Llorente el pastor.
Omne era d'engeño noto;
Mas nunca estrumentos viera
Del arte cinceladera,
É con un cuchillo boto
Decentaba la madera.
Fue asín, que el tallado leño
Tosquilla sacó la faz
Del santo, fermoso Dueño;
Mas tod' el vulgo insuleño
Contentóse dél asaz.
E vedes, por aventura,
Que aporta en la Insula Escura
Bajel que aventó e lievol
Fasta allí tormenta dura,
De tierras de claro sol.
En la nao derrotada
Un entallador veníe
De maestría muy sonada,
E una imagen hi traíe
De la sola Inmaculada.
Pasmóse cada insular,
E la efigie, decernieron
Ser maravilla sin par,
Fueras ende que quisieron
Ver al maestro labrar.
Él sacó formón e gubia
E lima de recorrer
Fasta el hoyuelo postrer,
Pintura azul, blanca é rubia,
E todo su menester.
E trasteando con ello,
E dejando a todos vello,
Dijo el Maese a la fin:
«Con aquesto faz aquello
Quien sabe facerlo asín.»
Un lenguaraz le arguyó
(Ca de malandrines tales
Nadie en la vida escapó):
«Con estrumentos iguales
Ficiera otro tanto yo.»
«Non ficieras, mal tu grado,
Respuso el pastor honrado,
E nada tu dicho val:
Con fierro bien aguzado
Mano torpe labra mal.»
«Yo adelgacé cuanto pud;
Mas mi obra non es de prez;
De la d'este no hay quien dud:
Fuera, pues, ingratitud
Non le dar lo que merez.»
«Con rico lauro de honor
Premien al entallador,
E digan los sabidores:
«Si éste usó medios mejores,
Fizo también lo mejor.»
Tal ha judgado de ti,
Perínclito, buen Quintana,
La poetal familia hispana,
Que leda conmora aquí,
Libre d'afición mundana.
Hobo antes del tú nascer
Poetas de grand valer;
Mas poco antaño prestaba
Voz que tartamudeaba
Con pequeñuelo saber.
Fabla e dotrina mejor,
Aun en edad posterior
Alzó más la poetría;
Fincaba empero vacía
La siella de más altor.
Tú fuiste a sazón venido
Para ser enaltecido
Rey del castellano metro:
Mil corrieran tras tu cetro;
El s'es a tus manos ido.
Ca tú, superno Cantor,
Sublimaste cual ningún
Virtud e sciencia é valor
É tierno gemiste aún
Trances de mortal dolor.
Tú al toledano Moisés,
Tú al español Abrahán,
Tú al campeón burgalés
Luz diste con que después
Fulgir eternales han;
Tú al que en Villalar cayera,
Suerte derrocando fiera
Su generoso pendón,
Trocaste en laude honradera
El malsinante padrón.
Tú el mar pintaste furente,
Tú la blanda fermosura;
Grande tu cor e tu mente,
Loaste cuanto ha excelente
El omne e Palma Natura.
Noblescidos en tus cantos
Grandes fechos e quebrantos,
El feliz e non feliz,
De las coronas de tantos
Una para ti se fiz.
Luengos años de alegranza
Goces esa bienandanza
Que al tu mérito convién,
E troven en tu membranza
Omnes, e damas también.
Vítores de alegre afán
Te envían de nueso albergue
Pelayo, el Cid e Guzmán,
E con Lauria e Gutembergue
El privado de don Joán.
E tod' un pueblo en tropel,
De Pirene a Lusitaña,
Glorifique ese laurel
Que te da en nombre d'España
La magnánima Isabel.
Marzo, 1855.
Juan Eugenio Hartzenbusch