II
Un gradual que rumora mientras duerme el plantío;
y en el cauce arenoso de corriente salvaje,
solitaria en un tronco donde el tronco donde el tumbo hace encaje,
en una garza que sueña con las ondas del río.
En sus plumas de raso se abrillanta el rocío;
y después, cuando es escruta, maliciosa el paraje
alargado su cuello sobre el limpio oleaje,
clava, inquieta, los ojos en el fondo sombrío
Es un pez nacarino que irisándose juega
en la diáfana linfa del remanso callado;
la enemiga acechante los pulmones despliega,
con asalto certero del cristal lo arrebata,
y se eleva oprimiendo con el pico rosado
un estuche de carne guarnecido de plata.
José Eustasio Rivera