VII
Alta roca de vértices agudos
se asoma al precipicio, donde suena
un agua triste y cavernosa, llena
de hojarascas y líquenes menudos.
Disperso cardo de espinosos nudos
con su raíz el peñascal barrena;
y muy abajo, un águila serena
ahuyenta los murciélagos velludos.
Ágil, sobre la punta del peñasco,
un cabrón maromero se disloca,
audaz, en el prodigio de su casco;
y mascullando risas de cinismo,
cuando gira en dos patas en la roca
hace temblar su sombra en el abismo.
José Eustasio Rivera