AL REY ALBERTO
¡Que suba el humo azul de mi incensario,
oh Rey, a ti, como aromada ofrenda;
a ti que has sido el héroe necesario,
el gran monarca de la gran contienda!
¿Quién más noble que tú, ni más propicio,
más pulcro, más gallardo y más severo?
Tu lealtad, tu valor, tu sacrificio,
de lo humano traspasan el lindero.
Reino perdiste y vida regalada
por cumplir tu deber; ejemplar modo
de nimbar tu cabeza coronada.
A recoger diamantes en el lodo
preferiste, señor, no tener nada,
ir a la proscripción... ¡perderlo todo!
Julio Flórez