MEDITACIÓN MATUTINA
Pasé la noche tranquila
En el sueño sepultado,
Y por la luz despertado,
Saludo al sereno albor.
Como si naciese ahora
Siento y gozo la existencia:
Mi alma cobra su potencia,
Y a ti se eleva, ¡Señor!
Tu mano sabia me guíe
Por el arduo laberinto
En cuyo triste recinto
Vagará mi incierto pie.
Y protéjame tu escudo
Del crimen y sus furores,
De los peligros y errores
Que débil arrostraré.
Presto cerrará mis ojos
Otro sueño más profundo;
Noche más larga, del mundo
El cuadro me velará.
Pero siempre mi flaqueza
Sostendrá tu mano fuerte,
Y aun más allá de la muerte
Piadosa me salvará.
Ese sueño misterioso
Debe terminar un día,
Y esa tiniebla sombría
Disipará tu esplendor.
Me inundará luz eterna,
Rasgado el fúnebre velo,
Y las delicias del cielo
Me dará tu inmenso amor.
José María Heredia