A MI ALMA
Llegada la hora del trabajo
¡Ea, jamelgo! ¡De los montes de oro
Baja, y de andar en prados bien olientes
Y de aventar con los ligeros cascos
Mures y viboreznos, y al sol rubio
Mecer gentil las brilladoras crines!
¡Ea, jamelgo! Del camino oscuro
Que va do no se sabe, ésta es posada,
¡Y de pagar se tiene al hostelero!
Luego será la gorja, luego el llano,
Luego el prado oloroso, el alto monte:
Hoy bájese el jamelgo, que le aguarda
Cabe el duro ronzal la gruesa albarda.
José Martí