A ENRIQUE ESTRÁZULAS
Téngame amistad mayor
Por no escribirle, que ese
Silencio, aunque a Vd. le pese,
No es silencio, que es pudor.
Y hágole aquí la limosna
De callar: ve que no vengo
Con usura; pero tengo
Mucho que hacer para el «Vosna»
Como ando al vuelo, me excusa
Tanta rima en participio,
Y tanto relleno y ripio,—
¡Los postizos de la Musa!
¡Oh, mi amigo,—esos retoños
De pensamiento en tortura!
¡Ese afeitar la hermosura
Con guirindainas y moños!
Gusto de echar del ardiente
Cerebro lo que en él danza,
Como danza en él:—¡si lanza,
Pues lanza resplandeciente!——
A gusto sólo me hallo
Libre como el indio esbelto:
¡Desnudo como él; resuelto
Como él; desnudo, a caballo!
Pero yo le diré al menos
Cómo fue; fue que creí
Que, como Vd. es bueno, así
Todos los hombres son buenos.
Sabe Vd. que para mí
No hay agua, ni pan, ni sol,
Mientras mande el español
En la tierra en que nací.
Y no por aquel brutal
Odio, que en mi alma no cabe;
Sino porque España sabe
Vivir bien y mandar mal.
Muy puestecitos de un lado
Estaban, y en su buen rollo,
Los cien pesos de mi escollo
Cuando dejé el Consulado:
Muy amenas de mirar,
Muy seguros de vencer,
Muy contentos de irlo a ver,
Muy ganoso de viajar...
Esto que en gorja le charlo,
Lo voy en gorja diciendo;
¡pero se me van saliendo
las lágrimas al contarlo!
Hallé que a poner corría,
So capa de santa guerra,
La libertad de mi tierra
Bajo nueva tiranía.
Hallé —¡oh cállelo!—que aquellos
A quienes todo me di,
So capa de patria, ¡ay mí!
Solo pensaban en ellos;
Y gemí, por la salud
De mi pueblo, y trastorné
Mi vida,—¡mas les negué
El manto de mi virtud!
De mí, a nadie cuenta di:
A nadie en mi ansia llamé,—
¡Siempre la soberbia fue
Defecto muy grande en mí!
El plan que urdí con cuidado
Se me vino a tierra, y miento
En eso del llamamiento:—
¡A un amigo,—sí he llamado!
Púseme a tajo y destajo
A buscar trabajo,—y digo
Que amén de Vd., no hay amigo
Más constante que el trabajo.
¡Hallelo, hallelo, por fin!—
Jamás novio recibió
A su novia, como yo
A este trabajo ruin.—
Por él en paz desafío
A cuanto torpe quisiera
Que al mundo prostituyera
El limpio espíritu mío;
Por él me quedo otra vez
Libre del odioso influjo
De los pueblos donde el lujo
Se compra con la honradez.
Viva yo en modestia oscura;
Muera en silencio y pobreza;
¡Que ya verán mi cabeza
Por sobre mi sepultura!
¿Que en cuál cárcel mis ideas
Pongo ahora en duro recinto?
¿Que dónde me aprieto el cinto
Para mayores peleas?
No ría, amigo, no ría:
¡Tiene el silencio batallas
Donde suenan más ferrallas
Que en la mayor ferrería!
Y así vivo, y no lo sé:—
Comido de un mal ardiente:
¡Siempre una visión enfrente!
¡Siempre el alemán al pie!
¿Se entra un amor por el alma
Dulce como luz nocturna,
Como el ámbar entra en la urna,
O entra en el cielo una palma?
¿Se alza en el pecho un impulso
Que echa el cuerpo de la silla,
Y enciende en sol la mejilla
Y pone a galope el pulso?
¿Manda una voz singular
Al alma que ame, y se extienda?
—«¡Agradeço a sua encommenda
Pelos ferros d’engommar!»
¿Salta el acero en la mano
O en los labios la palabra,
O en el alma Jesús?—«¡Abra
Conta ao Snr. Campuzano!»
¿Qué, si no el grato recuerdo
De su alma noble, pudiera
Calmar un poco esta hoguera
Que me come el lado izquierdo?
José Martí