ODA VI
A DORILA
¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días
y los floridos años
de nuestra frágil vida!
La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,
que escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.
El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.
Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?
Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.
Ven ¡ay! ¿qué te detienes?
Ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do leve el viento aspira;
y entre brindis süaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.
Juan Meléndez Valdés
La versión de Rogelio Reyes trae en el verso 29
Ven ¡ay! ¿qué te detiene?.
Tanto Polt como el manuscrito autógrafo de Meléndez Valdés usan la segunda forma del singular detienes