EL SUEÑO DE LAS FLORES
Era una tarde de apacible ambiente
De manso aroma y celestial color:
Iba gimiendo de placer la fuente,
Las auras iban suspirando amor.
El sol se oculta en el gentil collado,
Que airoso corta él horizonte azul;
Sobre las flores del fecundo prado
La niebla tiende su bordado tul.
Callan las aves, y en el bosque umbrío
Entre las ramas a ocultarse van;
Duermen las flores, y murmura el río;
Auras y fuentes suspirando están.
En pos dejando misteriosa huella
De tibia luz, que espirará después,
El cielo cruza silenciosa estrella:
La blanca estrella de los sueños es.
La luz dudosa de su inquieta llama
Presta a las flores celestial calor;
Y dulce en ellas por igual derrama
Castos ensueños de inocente amor.
Si amor las flores en el mundo enseñan,
¿Qué podrán ellas en sus sueños ver?
El aura dice que las flores sueñan
Misterios ¡ay! de virginal placer.
Sentir del aura el cariñoso vuelo,
Oír del agua el armonioso son,
Amarse mucho, y contemplar el cielo...
Sueños y vida de las flores son.
Noviembre, 1849
José Selgas y Carrasco