SATÁN
A Joaquín V. González
Mudo, de pie, sobre el peñón erguido
Se agita en la tíniebla el condenado;
Ira cólera divina aun no ha doblado
La indómita cabeza del vencido.
Su rostro por el rayo ennegrecido
De nuevo yergue el inmortal forzado,
Y como Prometeo encadenado
Crece el orgullo de Satán caído.
Es el primer rebelde, el primer grito.
La más altiva imprecación lanzada
Ante la augusta faz del infinito.
La primera ambición desenfrenada
Y la horrible serpiente del delito
Que entre la sombra se retuerce airada.
Leopoldo Díaz