V
Estaban como grietas en la casa,
como sombras estaban.
No sabían
las piernas rodear un corazón
al encoger el aire.
No sabían
los brazos ser fronteras de un momento
que jamás se retiene.
No sabían
los vientres por la nieve conducidos
derretirse con ella.
No sabían
los labios apoyarse sobre el mundo
igual que un horizonte.
No sabían,
y estaban como sombras en la calle,
como huellas del frío.
Pero piernas y brazos,
labios y vientres juntos confundidos,
tuvieron el amor, lo descubrieron
desterrado en la sábanas un día,
más viejo cada vez y preguntando
por qué la edad del mar
se parece a los pechos que respiran.
Luis García Montero