CREPÚSCULOS DEL JARDÍN
I
ANDANTE
Al diáfano candor de un cielo vago,
Cobra el parque selvática espesura.
En el azul silencio de su hondura,
Límpidas teclas profundiza el lago.
El implacable amor pone en su halago
Una anticipación de noche obscura,
Y en la morada ojera prefigura
El lóbrego beleño de su estrago.
Con un romanticismo de cautivas,
Perfuman azucenas excesivas.
La senda de volver se borra incierta...
Y entre los labios dulcemente presos,
Se nos deshoja el corazón en besos,
Como una rosa demasiado abierta.
Leopoldo Lugones