TRES VOCES PARA UN MOTIVO
I
Viejo jardín, si eres un lujo, ¿por qué sirves para enterrar
los muertos? ¿Es que no llegan, ¡oh rosa!, si no van con tu
inutilidad?
¡Cómo tendrás que trabajar, entonces, para llevar
en tu
ataúd de pétalos la esencia de los hombres!
II
Y tú, oh rosa, tú que sólo fuiste hecha para que el
hombre comprendiera que tu existir inútil es la perfección
de la utilidad más alta.
¡Oh mi quieta sin sobra, mi maravillosa, mi útil haragana!
III
Pero... ¿Y tu forma? Todavía hay tijeras sólo para tu
garganta. ¿Todavía? Oh rosa, solapas todavía en esta fecha
con un poco de ti.
¡Con un poco de duende en el ojal!
Manuel del Cabral