A UNA ORQUÍDEA
Cuarzo viviente, colibrí sin alas,
quimera realizada en una flor,
tú del extraño mundo submarino
venir pareces a mirar el sol,
Tú no difundes orgulloso aliento
ni cálidos efluvios de pasión:
en tu fragancia tímida y agreste
respiras la modestia y el pudor.
Como poeta mudo y abstraído
que en su alma eleva cántico sin voz,
tú soñadora vives, entonando
el himno silencioso del color.
Manuel González Prada