MI SUEÑO
Anoche tuve un sueño. Al pie de negra palma
estaba yo sentado: la sombra me envolvía.
La soledad inmensa entristecía mi alma,
un ruiseñor cantaba... Mi corazón oía:
“Yo canto cuando abren,
jazmines de la noche,
las pálidas estrellas
su luminoso broche,
a la hora en que se llaman
los seres que se aman.
Yo soy entre la sombra
heraldo del amor”.
Después meció a follaje de la siniestra palma,
del viento de la selva la ráfaga sombría.
Algo como el suspiro tristísimo del alma
alzose sollozante... Mi corazón oía:
“—Yo soy el alma errante
que en las tinieblas giro
por recoger del hombre
el tétrico suspiro.
Yo bebo en las corolas
las lágrimas que a solas
en hondo desamparo
derrama el corazón”.
La noche era muy negra. Las hojas de la palma
de súbito temblaron... y vi que descendía
algo como la sombra del ángel de mi alma;
hablaba en las tinieblas... Mi corazón oía:
“—Hombre de los dolores,
yo traigo desde el cielo
palabras inefables
de paz y de consuelo.
Herido de tristeza
inclinas la cabeza,
¿acaso no conoces
la vida del amor?”
—¿Qué, tú eres la esperanza?
—Yo doy las ilusiones.
—¿Eres Amor, acaso? ¿La dicha que soñé?
—Se encienden a mi paso de amor los corazones.
Tribútanme su culto, conságranme su fe.
Quizá del cielo, trajo la voz de los amores,
y me enseñó la dicha los himnos del placer.
Encanto la existencia, ahuyento los dolores,
y soy vida del alma... Me llamo “la Mujer”.
Y de la oscura noche iluminose el cielo,
gimió de amor el bosque, la palma retembló,
y la visión celeste tendiéndome su velo al irse,
con sus besos mi frente acarició.
Huyó también la noche. La blanca luz del día
la cumbre de los cielos iluminando va.
El mundo se despierta, radiante de alegría,
¡ay! pero el alma dulce, hermana de la mía,
el ángel de mi sueño, mi virgen... ¿dónde está?
Manuel María Flores