RECUERDO DE LA GRANJA DE MORERUELA
II
Alza al correr tan grande polvareda
que le ciega los ojos, ni le cabe
pararse en firme hasta que al cabo acabe
donde nunca pensara, pues la rueda
de la fortuna es la que le envereda,
no a ella él; desque perdió la llave
del gobierno de sí mismo no sabe
a dónde corre a ir a dar de queda.
¡Cuánto mejor desde abrigado encierro,
libre de polvo y sin temor de yerro
irreparable, pasear la cumbre
de la alta serranía de los astros
a busca en ella de divinos rastros
de la increada y creadora lumbre!
[Salamanca, junio de 1911]
Miguel de Unamuno