FÁBULA DEL LENOCINIO
Ahorcaron a una prostituta
con volutas
de humo negro, triste y sospechoso.
Cuatro besos de cera
eran las velas
con que adornaban todos
el ataúd.
Unos lloraban vino,
otros bebían
charcos de virgen muerta
a su salud.
Cuelga en la cabecera
como una pierna,
cuelga como campana
ya sin sonido,
cuelga como un lamento
desvanecido,
cuelga como una colcha
tapando lirios,
cuelga en manos de monja
rosario negro,
cuelgan en la plazuela
niño y columpio,
todo cuelga esta noche,
cuelga la muerte,
cuelga la prostituta
de la humareda.
Ahorcaron a una prostituta
con volutas
de humo negro, triste y sospechoso,
y está en silencio colgando
para allá,
para acá,
para allá
y para acá
Óscar Hahn