LA MUJER DE PIEDRA
—¿Qué miras mujer...?
Sólo una piedra
es
(murmuró la estrella
que rozó mi frente)
—Sólo una piedra
es...
Sólo una piedra
es...
El rostro suplicante,
un rayo de fatal destino
en las facciones de piedra,
lacerante.
Y, anhelé con fuego
en el alma
ser de la piedra,
¡sombra!
Ser, su Ser:
Lirio de soledad.
Un viento de desesperanza
extendió negras alas.
Estremeció la brisa
su vuelo
de azul mariposa.
El crepúsculo,
herido tigre, gimió;
y del pecho abierto
sobre el valle en sombras,
la sangre en llamaradas
las últimas flores
sepultó.
Y, herido tigre fui
¡y flor sepulta!
En el valle de sombras
que abrió su seno
y me dejó morir...
*
Bajó la estrella
y, de los labios de piedra,
lirios mustios,
una voz de abismo,
rosario de llantos,
escuchó:
—Dejadme ser aquélla...
Un pétalo de luz
rasgó el silencio.
—Dejadme ser el manantial
donde a beber
venía, mi ternura.
—Dejadme ser aquél rosal,
donde a gozar
venía, mi fragancia.
—¡Dejadme ser
del manantial, sus cristalinas aguas!
¡Dejadme ser rosal!
¡Piedad!
¡Veinte cadenas
ciñen mi alma!
¡veinte caminos de piedra!
—¿estabais ciegos
que mi llanto
no visteis?
¡Piedras... piedras!
Cada piedra
ensangrentando mis plantas.
—Vosotros...
¿no escuchasteis
un lamento?
Si la piedra
donde recliné mi frente
guardaba tibieza
de seno.
*
¡Oh! Mis ojos...
alegres nidos
de risueños cantos.
¿Dónde... dónde
os ocultáis?
Acaso... teméis
mirar paisajes
desolados
¿Habéis huido...?
¿En una estrella reposáis...?
Mi boca,
alegre manantial,
¿adónde fuisteis
a verter tus aguas?
Acaso, agostada,
al pie de un rosal.
¡Mi corazón...!
Mi corazón...
Él, no ha huido.
¡Oh! Dios
¡Dios mío!
¡Mirad... mirad!
Un pájaro de piedra
es, y sangra herido.
Mis estrellas,
dónde mis estrellas
brillan...
si este cielo que miro
es tinieblas... cenizas...
Mendiga soy
¡mis cuencas
vacías,
dos luceros mendigan!
—Vida, vida...
¡no! ¡no!
¡dejadme ser piedra!
Nadie se inclinará
a beber
un manantial agostado.
—Dejadme ser piedra
que, seca la raíz,
muerto el tallo
¡no brotarán las rosas
de mi alma!
—¡Dejadme luceros
las cuencas vacías!
¡Nadie, nadie
ama unos ojos sin vida!
—¡Dejadme... dejadme el corazón!
Pájaro herido
que es de piedra ¡y sangra!
¡y aún tiene latido!
Alba Trazar