CULTURA EN VÍAS DE EXTINCIÓN
Las agujas de este inmenso reloj
no vacilan en sus giros,
y, en cada envejecimiento de la luna,
nos arrancan un poquito más
de lo que alguna vez fuimos.
Nuestras conocidas calles
dejan de serlo tanto.
Los inmortales cafés de barrio
siguen siendo inmortales,
pero, sólo en nuestras memorias.
La ciudad no encuentra antídoto
para su despiadada enfermedad,
ya no caben dudas de su existencia.
Las incontables hamburgueserías,
y la mutación de nuestra lengua,
son sólo algunos de sus síntomas.
Sus habitantes permanecemos ajenos,
bajo los efectos de una gran anestesia.
O, mejor aún,
deslumbrados por la astuta serpiente.
Sus dulces palabras anglosajonas
conforman las bases...
de un paraíso con alma de infierno.
Alejandro Laurenza