SIN LA VERDAD NO HAY LIBERTAD
a Zelmar y todas las injusticias
Los dos caballos blancos salvajes galopan sin rumbo,
cerca explotan las olas tan verdes,
una mujer ni siquiera para a observarlos,
El río no es agua, es sangre.
Bajo del muro aún nacen las piedras
y los cadáveres preguntan:
No somos importantes?
Merecemos este olvido?
No valemos justicia?
Alfredo Horacio Vaeza Grego