(LA LUZ)
Acaso solo sean unas palabras rítmicas
que oscilan en tu campana vidriada,
que quisieran saber desde la espuma
quién escucha en su isla este antiguo mar,
que a sí mismas, extrañas, se preguntan:
Quién me habita al otro lado del mundo
hoy, colocando su índice en la línea,
dónde me llevarán, impávidos, sus ojos
profundos, la tempestad y el naufragio,
su expresión de tibia mansedumbre
después de la tormenta y tantos horizontes.
Dónde me llevarán, impávidos, sus ojos,
a qué amor entrelíneas vivido, revivido,
a qué dolor oscuro de otro tiempo tornado,
a qué luz,
a qué lúcida conciencia.
Daniel García Florindo