CON TANTOS ADMIRADORES QUE NO PUEDAS IMAGINÁRTELO
Fresca y desnuda,
esta velada
vas a saltar
de terraza en terraza,
sobre toda la ciudad,
pero no acabarás en mi cama.
No. No.
Vas a sonreír
mientras dure la plegaria,
luciéndote efusiva y jocosa
con tus mejores sonrisas de fiesta,
y vas a animar,
con tus ocurrencias desubicadas,
el entierro de cuanto cristo
se desplome a tus pies,
sin dejar en tu rostro
filtrar una gotera
que delate la inundación
—lógica e inevitable—
que aguarda impaciente
detrás de tus ojos.
Vas a sobrevivir
de esta manera,
y vas a ver
que bien te va a ir.
Ya me estoy imaginando
cuantos aplausos
te vas a robar,
sobre las tablas
de este teatro de mundo,
al tope de ausencias enmascaradas,
que te ovacionan de pie.
Vas a ser la elegida,
la única, la espectacular,
con tantos admiradores
como no puedas imaginarte,
con fanáticos, lunáticos,
que deliren por vos
y magnates de este negocio
que se peleen por contratarte.
Vas a ver que bien te va a ir,
vas a ver que lo vas a lograr.
Eso es lo que más me tranquiliza,
sobre todo esta noche,
la de tu partida,
pero no me preguntes por que
ya que no tengo razones,
o bien me sobran.
Fresca y desnuda,
esta velada
vas a saltar
de terraza en terraza,
sobre toda la ciudad,
para que todos se despierten
y deslumbren
con los encantos de tu magia,
pero no acabarás en mi cama,
no.
No esta noche.
Es tu despedida.
Marchate por el mundo,
te lo ordeno,
que otros codicien
tu belleza,
y mueran desbocados
por tu amor...
luz de mis ojos,
tristeza mía.
Gito Minore