RETRATO
Tus ojos le negaron al sueño
su cuota primitiva.
Tus manos modelaron ternura
para vestir en madre las caricias.
El viento vigiló la rosa de tu cuerpo
en la creciente luna de los meses.
Después los maternales días
transcurrieron
en la visión sublime de los hijos.
Dios perpetuó el amor en tu palabra
y dejó en primavera tu sonrisa.
Por la imagen del ayer que es hoy
yo te pregunto:
¿En que siesta naufragó tu risa,
en que pañuelo se quedó el olvido?
Mujer elemental y única
la noche en desvelo bautizó tu nombre
en el verde clamor de la esperanza.
Irma Trotta de Basciano