EL AMOR EN TIEMPOS DE CÓLERA
(VARIACIÓN)
I
En el espacio que hay
entre el amor y este tiempo
anda rondando mi muerte...
II
Que difícil jugar al tiempo después de conocerte.
Respirar profundo como manecillas de reloj
para no salir corriendo tras de ti
sin marcar los segundos.
Enfrentarte sueño dorado, azul, verde,
y quedar ahí,
entre las ansias y el miedo de espantarte,
extasiado cara con cara,
idea con idea;
sin estirar el brazo para palparte,
para decirme: ¡ Es Real !.
Que difícil cautivar esperas.
III
"Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra..."
Dulce María Loynaz
Cuando llegues a mí
sacúdete el camino,
con el polvo
deja el mundo como lo conoces
y se tú,
solo tú desde el infinito
obra y gracia
natura espontánea.
Cuando vengas a mí
olvídate de eslóganes,
de azules príncipes,
de credos y estereotipos,
de lujurias y enajenados.
Si vas a venir a mí
palpita en tu mano
el sosiego de la risa y el llanto,
el valor de Alicia.
IV
Las horas se quedaron
dormidas bajo mi almohada.
Dormir, despertar,
hasta que se enjuaguen las lágrimas con agua fresca
y perdure solo el sabor salobre a labios carnosos,
despejado, en el clímax del instinto,
allí donde no se cuestiona
ni se dan respuestas.
Pozo tú
que invitas a saciar mi sed
y expandir tus centellas,
otea accidentes a relieve de tacto,
retoma la braza.
V
He querido verte:
callado anda el día
y tú
oculta detrás del tiempo.
¿Recuerdas que tus rayos
ardientes, únicos
quedaron presos en mi piel?
¿Recuerdas que tu ternura
íntima de mar
quedó coqueteando mis albas?
He querido verte
y veo cada nube,
cada rosa que custodia su jardín,
siete colores de prisma natural.
He querido verte
y por más
ni paz, ni amor,
nada...
VI
A nte este viento que llega
U ltrajando cortinas
N o brotan las lágrimas.
P obre, pobre tiempo;
I ntentas refugiarte
E ntre suerte o destino, y,
N ada podrás forjar
S i condenas al frío
O tra vez la semilla.
E sperar, soñar,
N o me invadas melancolía,
T ragado por palabras
I mposible germinar.
VII
Cuando el filo refresque auroras
tal vez emerja tanto deseo colapsado,
que irrita,
que quema,
que pone en constante reto
al bazar racional.
El paso sobre el parque de capullos rentados,
allí donde convergen hacia eje central
la cara fresca del azar,
el veneno picaresco,
y las miserias de la tarde.
Al instante soy ajeno.
Aprieto brazos contra pecho
para proseguir con tanto deseo ardiente
que irrita,
que quema,
que me pone en constante reto
dentro del bazar racional.
Siempre ha de haber alguien
para retener la esencia
y arrullar el éxtasis.
Jorge Bousoño González (1957 — Cuba)
Ciudad de La Habana, Cuba.