HUNDIR LA NAVE
Delicada es la tarea bucanera
del control de cierto barco a la deriva
sobre todo si amanece en la cubierta
con la sola referencia de espejismos.
Delicado es el saber qué singladura
será luego la correcta o la que mate,
la ensenada donde esperan circunspectos
los garantes salvadores de las almas.
Cualquier mapa es bueno o malo según pinte
la defensa de qué especie o qué derechos
o que amigo o qué enemigo esté cercano.
Cualquier puerto es tentación para salvarnos,
si cedemos y entregamos nuestras almas
en seguras aduanas que nos piensen.
Qué mejor regalo a cambio, únicamente,
de perder la libertad y hundir la nave.
Norberto García Hernanz