LUEGO
Tres veces fui el espíritu veteado
Me llevaban en los labios las furiosas bailarinas
cuando arrojaban vidrieras sobre el mar
o recién cuando se formaba la matriz del viento, corrompida de estrellas.
Yo amaba a esas furiosas bailarinas
amaba el olor a sal de sus átomos
Las poseía cada vez que la gorgona me hundía los ojos
tan solo tres veces.
Después vinieron otros a tomar mi lugar
fue inútil, no pudieron poseerlas.
No hay lámpara que resista el olor a sal de esos átomos
todas se destruyen.
Os hablo desde una bestia nublada, persiguendo un estruendo de vidrieras
Vendrán otros que serán como yo, hilos afiebrados cumplirán mi lado oculto.
En mi última noche reventaré la ampolla
para que escapen seis veces las gorgonas.
Mañana como un héroe ciego ocuparé mi lugar entre la sal y la niebla.
Rodrigo Verdugo Pizarro