GRANITOS DE ARENA
XXXVIII
Porque te escucho, tibio, en mis umbrales
mirándome a los ojos fijamente;
porque sigues mis pasos gota a gota
degollando a los míos tus lebreles;
porque sangra añoranzas familiares
un jirón de mi vida entre tus dientes;
porque soy el granito más amargo
de todos los que brillan en tus sienes;
porque tengo la voz sobre tus ascuas
y mi estrella descalza hacia tu oriente;
porque soy una sombra de ti mismo,
la fogarada de la sed me enciende
los campos y las venas que me sondan
las ciudades, los ríos y los puentes.
Pedro García Cabrera