GRANITOS DE ARENA
XLIV
Golpeas de tal modo mi horizonte
que me amellas los filos de la vida.
Me persiguen tus dardos insistentes,
de tu arena me acosan las jaurías.
Y no hay en mí refugio ni morada
que a tu inquietud de azogue se resista.
Todo el yo me descubre tu presencia
sin perdonar cairel, fleco ni guija.
Revuelves la madeja del lamento,
el estuche que guarda las caricias,
la cola de cristal de mis sirenas,
la yedra y los lagartos de mis ruinas,
los zodíacos de signos familiares
y el contorno silbado de mis islas.
Todo me desordenas y recorres
en tu afán de encontrarte las orillas.
Y me cambias a veces una arteria
dejando en su lugar una gumía.
Pedro García Cabrera