XXIII
Este silencio cósmico que ahora
afila en las estrellas mi garganta;
estas lomas redondas que me alejan
dentro de un frío corazón inmenso;
este cristal sin fin; estas llanuras
que me vuelan sin irme y sin traerme;
esta fuga total, ya desprendido,
liberto de mi sangre, sin que el eco
del sueño de una sombra me recuerde
que he tenido dos manos, que he cruzado
a cuestas con mi voz y mis esquíes
por la leve cornisa de los vientos,
jinete ya de soledades puras,
me han dejado tan sólo por fronteras
esas profundas bocanadas de aire
que duermen en su fondo los espejos.
27 de junio de 1943
Pedro García Cabrera